El ateísta Bertrand Russel en su libro “Why
I am Not a Christian” (Por qué no soy un cristiano) escribió, que si es
verdad que todas las cosas necesitan de una causa, entonces Dios debe
necesitar también una causa. El concluyó de esto, que si Dios necesitaba
una causa, entonces Dios no era Dios (y si Dios no es Dios, entonces
obviamente Dios no existe). Esta fue básicamente una manera ligeramente
más sofisticada de la infantil pregunta, “¿Quién hizo a Dios?” Aun un
niño sabe que las cosas no vienen de la nada, así que si Dios es “algo”,
entonces Él también debe tener una causa, correcto?
La pregunta es astuta, porque se basa en la falsa suposición de que Dios
viene de alguna parte y entonces pregunta dónde puede ser eso. La
respuesta es que esta pregunta ni siquiera tiene sentido. Es como
preguntar “¿A qué huele el azul?” El azul no está en la categoría de las
cosas que tienen olor, así que la pregunta en sí misma es defectuosa.
De la misma manera, Dios no está en la categoría de las cosas que son
creadas, o llegan a existir, o son causadas. Dios no tiene causa ni
procedencia de creación – Él simplemente existe.
¿Cómo sabemos esto? Bien, sabemos que de la nada, nada procede. Así que
si alguna vez hubo un tiempo en que no existía absolutamente nada,
entonces nada hubiera podido existir. Pero las cosas existen. Por lo
tanto, puesto que nunca pudo haber habido absolutamente nada, algo tuvo
que haber existido siempre. Esa cosa que ha existido siempre es a quien
llamamos Dios.

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